La composición de estas canciones surge de un sueño a finales del 2022: recuerdo a unos niños que corrían sobre un jardín de piedras. Las piedras estaban afinadas en notas musicales muy precisas.

Absorto, escuchaba toda clase de melodías espontáneas salidas de los pies de los niños. Algunas de ellas, las que pude retener, organizan tonalidades y alturas entre y en las canciones.

De pronto una mirada a lo lejos me interrumpe, era el padre de mi padre, a quien nunca conocí. Cuando desperté, sin saber cómo o por qué, me vino una energía nueva y supe, decididamente, que mi bloqueo creativo había terminado.

Comencé a escribir poemas y música ininterrumpidamente durante un año. El resultado final es este álbum pensado para una voz y una guitarra. Nada más. Sus armonías y ritmos son circulares, cíclicos o si se quiere, tribales. Delirio y nostalgia recorren esta música onírica.